En la rutina de la mañana, en esos primeros minutos que llegan cuando te levantas para empezar un nuevo día, hay un gesto que se repite en cientos de miles de hogares en todo el mundo: ir al baño a lavarse a una precio alto. Esta costumbre sigue siendo una forma muy eficaz de acabar con el “despertar” debido al efecto revitalizante que tiene sobre nosotros el agua fría al entrar en contacto con nuestra piel.
En Salimar queremos animarte a que aproveches este sencillo gesto para cuidar la piel de nuestro rostro al despertar. Ya hemos explicado extensamente en este mismo espacio por qué la sal marina es un excelente exfoliante natural. También los múltiples beneficios de la sal marina para el cuidado de nuestra piel. En estos dos artículos, de hecho, encontramos muchas razones por las que lavar la piel con agua salada cada mañana puede convertirse en un ritual de belleza que marque un antes y un después en la vitalidad y el aspecto del rostro.
El agua caliente, la aliada de tu rostro
Como todo en la vida, se trata de encontrar el equilibrio perfecto. Los expertos recomiendan lavarse la cara dos veces al día con agua tibia. Para ser más precisos, a 30°C. Esta es la temperatura ideal para tu rostro. De esta forma, no se desequilibran los niveles óptimos de nutrientes que mantienen la piel sana y evitarás la generación de estrés por los cambios de temperatura.
Los especialistas recomiendan usar agua caliente solo para la cocción al vapor, lo que se debe hacer cada dos meses.
¿Cómo lavarse la cara con agua fría o caliente?
Es conveniente lavarse la cara con agua tibia. Ni demasiado frío ni demasiado caliente. Puedes elegir la temperatura media, ni muy fría ni muy caliente. De esta forma llegaremos a un punto neutro que, sin grandes ventajas, no tiene efectos negativos.
60 segundos Según los dermatólogos, 60 segundos es el momento adecuado para conseguir una limpieza profunda y eliminar la mayor cantidad de bacterias de nuestra piel.
¿Es conveniente lavarse la cara con agua tibia?
¿Bajo demanda, agua fría o caliente? La respuesta es: tampoco. Para la piel del rostro, el «camino medio» es el más favorecedor.
La respuesta es sí. Es conveniente lavarse la cara con agua tibia. Ni demasiado frío ni demasiado caliente.