El colágeno se distribuye por todo el organismo y es vital para el buen funcionamiento del organismo. Sin embargo, con el tiempo, la acción de los fibroblastos se ralentiza, provocando una disminución progresiva de los niveles de producción de esta proteína. Esta reducción hace que aparezcan los primeros signos de la edad en la superficie de la piel, como asperezas, sequedad, arrugas, flacidez facial o pérdida de volumen y densidad dérmica.
Para favorecer la síntesis saludable de colágeno y mantener la elasticidad y firmeza de la dermis, es recomendable seguir estos pasos:
¿Son estos principios activos incompatibles?
Los dos principios activos son totalmente compatibles y los utilizamos combinados en cosmética para obtener productos que aportan flexibilidad y firmeza a la piel, rellenan las arrugas y reducen las líneas de expresión.
Gracias a la asociación de los dos principios activos conseguiremos recuperar la elasticidad de la piel y restaurar la hidratación de la epidermis. Un cosmético con dos principios activos será un potente antiarrugas que redensificará y reafirmará nuestro rostro.
Alimentos que contienen colágeno
El colágeno es una molécula compleja que se encuentra únicamente en los alimentos de origen animal. Sin embargo, todas las proteínas (incluidas las verduras) se descomponen, una vez digeridas, y liberan todos sus aminoácidos. Por lo tanto, el cuerpo puede obtener los nutrientes necesarios para la formación de colágeno de muchos alimentos. Aquí está la lista de los que más pueden hacer por tu piel y huesos:
Carne magra y pescado (especialmente azul). Dado que las proteínas están formadas por aminoácidos y estos son los «bloques de construcción» con los que se forma el colágeno, consumir buenas carnes y pescados nos beneficia.
¿Beber caldo de «huesos» funciona? Te sorprenderá saber que es una de las preparaciones caseras que más colágeno nos aporta. Si es de hueso y cartílago de bovino o de ave -recuerda que las patas de ganso son especialmente ricas en colágeno- aporta una gran cantidad de proteínas biodisponibles, por lo que es fácil de usar. La condición es que el caldo se haga lentamente. Con él también obtienes condroitina y glucosamina, compuestos muy interesantes que se utilizan en medicina para mejorar el dolor y la rigidez articular causados por la artritis.
Huevos y productos lácteos. Su consumo es otra forma de mantener en buen estado nuestro colágeno, aunque en el caso de los lácteos es mejor elegirlos desnatados para no añadir un exceso de grasa a la dieta. En cuanto al huevo, es importante no tirar esa fina telaraña que lo separa (una vez duro) de la cáscara. ¡Aporta mucho colágeno!
Legumbres, frutos secos y todos los cereales y semillas. Aunque son proteínas parcialmente incompletas (porque no contienen todos los aminoácidos esenciales), también son necesarias para que nuestro organismo sintetice eficazmente el colágeno que actúa como «soporte».
Comer bien: aporta los minerales, vitaminas y aminoácidos esenciales para la formación de todas las proteínas. Equilibra tu dieta con vitaminas (C y E) y minerales (Zinc, Manganeso, Selenio…) implicados en la formación de cadenas de colágeno y come más proteínas (leche, huevos, carne y pescado – mejor si son bio)) o gelatina animal como fuente directa de colágeno.
Incluir complementos alimenticios: si no existe una indicación médica que lo impida, podemos ayudarnos con suplementos de colágeno hidrolizado o de aminoácidos que actúan como componentes de las proteínas.
Prevenir el envejecimiento de la piel; detener la destrucción de las fibras de colágeno con protector solar y evitando el tabaco.
Fomentar el entrenamiento: podemos utilizar tecnología láser, radiofrecuencia, mesoterapia con vitaminas y minerales y peelings médicos que estimulan la formación de nuevas fibras mediante la producción de calor, nutriendo la piel directamente desde el interior o eliminando capas de la piel para estimular la renovación celular.
No más excusas… ¡por dentro y por fuera! Tu piel necesita colágeno para verse flexible y suave.